viernes, 16 de mayo de 2014

Dolor y furia en los entierros

                            
Los vecinos de Soma, en el oeste de Turquía, empezaron ayer a enterrar a los 282 obreros fallecidos hasta ahora en el incendio del martes, el mayor accidente minero en la historia del país.
Aunque los trabajos de rescate de cadáveres continúan, y nadie duda de que el saldo final superará ampliamente los 300 muertos, el Gobierno no ha actualizado la cifra desde la mañana.
Al mediodía, el ministro de Energía, Taner Yildiz, compareció para explicar que el incendio va remitiendo y las concentraciones de monóxido de carbono en el pozo se reducen, pero que aún no se podía completar la labor de rescate.
En el cementerio de la ciudad minera, situada en la provincia de Manisa, se vivieron numerosas escenas de dolor, avivado por la rabia de saber que el desastre podría haberse evitado con mayores medidas de seguridad.
“No es un accidente, es un asesinato”, fue una de las consignas coreadas hoy durante las marchas convocadas por varios sindicatos, junto a una huelga general, en protesta por las políticas de privatización y subcontratación.
Un minuto de silencio
“La huelga fue un éxito: en todas las ciudades, nuestros afiliados se vistieron de negro, observaron un minuto de silencio para conmemorar a los obreros muertos y luego marcharon hacia la delegación de Trabajo de su municipio”, resumió Mehmet Soganci, presidente del Colegio de Ingenieros y Arquitectos.
“Sólo en Esmirna, la policía intervino con dureza y dispersó a la marcha con gases lacrimógenos, una acción que dejó varios heridos”, dijo Soganci

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